lunes, 22 de junio de 2015

Mont Saint Michel - Datos y consejos

Por más de mil años, la lejana silueta del Mont Saint Michel, emergiendo del mar y de la niebla como un espejismo, ha sido el norte de millones de peregrinos, que consagraron este santuario como uno de los mayores sitios de peregrinación de la Cristiandad. Quién sabe qué promesas, angustias, intereses o mandatos en su vida los llevaron hasta allí...
Hoy, también recibe millones de personas ( unos tres al año)... aunque la mayoría son turistas, que atiborran la minúscula islita casi todos los días.
La abadía fortificada está ubicada en la cima del peñasco que constituye la isla.
Más abajo, el pueblito se abraza a la roca y su calle (Grand Rue) va subiendo hacia la abadía. En esta única calle se encuentran todos los hoteles, restaurantes y negocios de recuerdos (muchos made in china) que los visitantes se llevarán como prueba de haber estado allí... cosa que no entiendo mucho pero así son los turistas.
Por si nos sirve de algún consuelo, en la Edad Media la cosa era más o menos igual... miles de peregrinos, y negocios que vendían alimentos, medallones, velas... Hoy, hay 30 residentes permanentes en el pueblo y la única actividad son los servicios al turismo.
Varios museos y 'atracciones' tentarán al turista pero lo que más vale la pena es la abadía en la cima y las vistas de la bahía y sus llanuras de lodo.
El Monte es, como dijimos, una isla. La marea, en ese sitio, tiene una amplitud extraordinaria. Ya los antiguos peregrinos tenían el problema de cómo recorrer la distancia entre la tierra firme y la isla... barros traicioneros los esperaban, y los descuidados corrían el riesgo de ser atrapados por la rapidez de la marea en ascenso. 
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Pequeña noticia histórica
Desde el siglo 6 ha habido hermitaños en la isla. Monjes buscando soledad, la experiencia del desierto, que este aislado peñasco les proveía en abundancia. Más teniendo en cuenta la amplia y peligrosa marea, que lo hacía estar casi en medio del mar.
Según la leyenda, en 708 Aubert, obispo de la cercana Avranches, oyó la voz del Arcángel Miguel, que en sueños lo instaba a construir sobre la isla: 'construye allí, construye alto'... agregando después: 'si construyes, ellos vendrán'... lo que se interpretó como profecía acerca de la marea de peregrinos que visitarían el lugar en años por venir.
Obediente al fin, Aubert construyó y consagró un pequeño templo en 709.
Sobre los restos de un primitivo templo carolingio se levantó más tarde una iglesia románica, sobre la cual se construyó finalmente la abadía que vemos hoy. La Merveille. Como la roca termina en punta, en lugar de emparejar el terreno aplanando la piedra, se construyeron grandes criptas que formaron un plano sobre el cual luego se edificó. Una verdadera obra maestra de la ingeniería medieval.
Los peregrinos llegaron, y durante la Edad Media Saint-Michel fue, junto con Roma y Santiago de Compostela, uno de los santuarios más concurridos. Con la Reforma, el flujo de peregrinos fue mermando.
San Miguel, con su imagen combativa, era el santo patrono de unos cuantos reyes franceses, por lo que el sitio se hizo popular entre la realeza a través de los siglos. Su imagen guerrera decora la aguja de la iglesia abacial, volvió a prestar servicios nuevamente en tiempos de la Contra-Reforma, cuando se combatía la herejía Protestante.
La fortificaciones que defienden la isla provienen del S15, necesarias debido a la Guerra de los 100 Años con Inglaterra. Las murallas son modernas, es decir pensadas para resistir cañonazos: bajas, con buen espesor, y complementadas con pasajes para circular de un lado a otro frente a un ataque.
Durante esa guerra, los ingleses ocuparon la mayor parte de Normandía pero nunca pudieron conquistar esta fortaleza. Con el tiempo el Monte se convirtió en un símbolo de la identidad francesa.
La Revolución, con su impronta anticlerical, abolió los monasterios. Desde 1793 a 1683 la Abadía se usó como prisión, siendo sus primeros invitados unos 300 curas que se negaban a renunciar a sus votos.
De esa época es la gran rueda, movida por 6 prisioneros, que se usaba para elevar cargas.
En 1979, el monte es declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Desde 2001, mantienen el carácter religioso de la Abadía hermanos y hermanas de 'Les Fraternités Monastiques de Jerusalem'.
Hoy hay unos 30 residentes permanentes en el pueblo y la única actividad son los servicios al turismo.
Llegando al Monte. El rio Couesnon.
Este rio, que riega la bahía de Saint-Michel, desemboca pegadito al monte y antiguamente ha sido el límite entre Normandía y Bretaña.
Como su cauce es caprichoso, durante algunas épocas Saint-Michel perteneció a una u otra región.
Hoy la frontera está un poco más al Oeste, y el monte es definitivamente normando.
Durante siglos, los peregrinos debían cruzar la bahía fangosa teniendo muy en cuenta las mareas, que en este lugar son extraordinariamente altas (normalmente, unos 14m de diferencia entre plea y bajamar). Y siendo el terreno bastante plano, la velocidad de avance del agua es notable: unos 13 km/h. Y ha sorprendido a más de uno.
(En el tapiz de Bayeux, Haroldo ayuda a unos soldados que se han caído en el barro, verdadera ciénaga, escenas 16 y 17)
Luego se construyó un terraplén inundable, mediante el cual se tenía acceso a la isla con la marea baja.
Taponamiento y liberación del Monte.
En 1878, época de progreso científico y técnico, se decidió elevar el terraplén para que el acceso al monte fuera posible a toda hora.
Pero, ay! Nada se sabía en la época del proceso de depósito de sedimentos en la bahía. O más bien no importaba. En consecuencia, con los años el monte dejó de ser una isla... recién por el 2006 se decidió volver la situación a su estado original. Ecología, valor turístico y esas cuestiones...
Para lo cual se hicieron dos cosas.
Una: un dique (le barrage) sobre el río, aguas arriba, que recoje la marea alta y la descarga en horas de baja, para ayudar en la limpieza de la bahía. Aquí hay una recepción al Complejo y un centro de interpretación de las obras realizadas.
La otra: se reemplazó el terraplén con un puente elevado, que permite el paso del agua y el acceso en épocas de mareas normales. Aunque mareas excepcionales pueden cubrirlo.
Estacionamiento y acceso
Los que lleguen en auto deberán dejarlo en un nuevo y moderno estacionamiento, a unos 2.5 km. Ómnibus especiales (navettes) llevan a los visitantes hasta el puente. El resto se transita a pie.
TIP: siempre llevar cambio para el estacionamiento. Las máquinas suelen no aceptar tarjetas no europeas. A nosotros nos pasó, a la vuelta de la visita, que una de ellas nos tragó un billete de E50 y no nos dio el vuelto! Luego de una hora de idas y vueltas, encontramos un empleado que vino hasta el lugar, abrió la máquina y nos devolvió lo 'robado'. Su comentario, en inglés: Welcome to France. Insólito. Como para no extrañar a nuestra tierra!
TIP: siempre anotar, o marcar en un teléfono con GPS, el punto exacto donde se estaciona. Como mínimo fijarse en algún poste o árbol de referencia. En Francia es costumbre no marcar ni numerar los lugares... nos pasó más de una vez tener que deambular por toda la playa buscando nuestro auto. Gajes del oficio de viajero.
TIP: La marea de visitantes es importante, y conviene evitarla. Lo ideal sería llegar luego de la 16 hs y retirarse antes de las 11. En verano es factible, pero implica volver de noche al hotel o alojarse en el Monte. Como dijimos anteriormente, los alojamientos en la isla son pocos, ruidosos y sobrevalorados. Nosotros preferimos alojarnos cerca pero afuera, donde se pueden encontrar alojamientos más baratos. Incluso se pueden hacer excursiones por el día desde ciudades cercanas, como Bayeux o Dinan. También desde París, pero esto ya sería reventante.
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Bien, ya cruzamos el puente, ahora qué nos conviene hacer?
Aqui algunos consejitos derivados de nuestra experiencia y la de otros viajeros.
Lugares imperdibles a visitar:
La Abadía, ubicada en la cima de la islita. Verdadera maravilla arquitectónica medieval.
La vista hacia la bahía y hacia la Abadía, desde varios puntos del camino de ronda en las murallas.
Adicionalmente, muchos hacen una caminata por los alrededores, calzado en mano sobre el barro de la bahía. TIP: Si eligen esto último, tengan en cuenta los horarios de las mareas, anunciados en el Centro de Información Turística. No vayan solos, lo mejor es unirse a algún grupo de excursión, info allí mismo. A la vuelta, hay canillas para lavarse los pies en la Gendarmerie, a la entrada.
También hay que comer, descansar y dar vueltas sin rumbo fijo... y sacar muchas fotos, si te gusta tanto como a mí.
Y si es tu deseo, asistir a una misa. 
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Ya tenemos toda la información previa... 
Comenzamos la visita? A subir! 
El cartelito sintetiza conceptos que podrían pensarse antagónicos... símbolo de identidad nacional, Patrimonio de la Humanidad, meca del turismo global... estamos en el siglo 21. Aquí hay lugar para todos.
En la próxima, subiremos bastante, como los antiguos peregrinos. A bientôt!





















































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